Por. F. J. Shipewas
“Marianela”, una de las obras más emblemáticas de Benito Pérez Galdós, es un relato conmovedor que se adentra en la profundidad del alma humana, enmarcado en un contexto de pobreza y desdicha. Publicada en 1878, la novela nos transporta a las áridas tierras de las minas de hierro en Socartes, donde los personajes luchan no solo contra las adversidades externas, sino también contra las limitaciones que les imponen sus propias circunstancias.
La trama gira en torno a Marianela, una joven huérfana y fea, cuya belleza interior contrasta con su apariencia externa. Desde el principio, Galdós nos presenta a Marianela como un símbolo de la vulnerabilidad y la fragilidad del ser humano. Ella se convierte en la guía de Pablo, un joven noble y ciego, quien se enamora de su espíritu puro y su bondad. La relación entre ambos personajes es el corazón de la historia y refleja una profunda crítica a los prejuicios sociales. Mientras Marianela encuentra en Pablo un propósito y una razón para vivir, la historia pone en evidencia los valores morales de la empatía, la amistad y el amor desinteresado, elementos fundamentales que Galdós explora con maestría.
El contexto de pobreza que permea la obra es ineludible. La miseria de los personajes es un reflejo de la situación social de la España de la época, donde las clases sociales marcaban una clara división en el acceso a oportunidades y derechos. Galdós utiliza este trasfondo para subrayar la dignidad de quienes, a pesar de sus condiciones, luchan por la libertad, el amor y la esperanza. La lucha de Marianela por encontrar su lugar en un mundo que la desdeña resuena con la búsqueda universal de identidad y pertenencia.
A lo largo de la novela, Galdós plantea preguntas sobre la naturaleza de la belleza y el valor del amor verdadero, desafiando al lector a reflexionar sobre qué significa realmente “ver”. Al final, la historia toma un giro desgarrador que nos deja con una mezcla de nostalgia y anhelo, recordándonos que los valores humanos deben prevalecer sobre las apariencias superficiales.
Invito a todos los amantes de la literatura a sumergirse en las páginas de “Marianela”. Esta novela, rica en matices y emociones, no solo ofrece una narrativa cautivadora, sino también una lección sobre la esencia de lo que significa ser humano. Es un viaje que vale la pena emprender, lleno de reflexiones que permanecen con nosotros mucho después de cerrar el libro. ¡No se la pierdan!
