Piedritas en el zapato

Piedritas en el zapato

Por: Mauricio Hernández Sarvide

Vivir es una constante lucha. La mente nos juega trucos muchas veces. De repente estás haciendo cualquier cosa de tu rutina como lavar los trastes, recoger ropa, barrer o trapear y repentinamente sientes ese escalofrío, esa bruma que va poblando tu cabeza, casi siempre cargada con negatividad ¿Qué es? Ni siquiera está sucediendo nada malo en mi vida, estaba en paz o eso creía.

Ojalá eso fuera, un pinchazo, un gesto de dolor que se esfuma conforme se siente, una piedrita en el zapato que se va con solo quitártelo. Pero en este caso, ese dolorcito y esa incomodidad no vienen de fuera, ni de tu ahora; vienen de adentro, proviene de algo que ya pasó.

A menudo confrontar el pasado duele. Quedarse rumiando en ese pensamiento del hubiera o del deseo de algo que ya no puede ser, lastima. Y sí, puede que venga el recuerdo y tú te peleas con él, tratas de distraerte, de concentrarte en otra cosa anclándote al ahora y después de mucho esfuerzo se va. Pero eso no es realmente enfrentarlo, porque regresa y se repite el ciclo.

En el 2011, Dreamworks, produjo la secuela de Kung Fu Panda. En este relato, seguimos a Po en una travesía por revelar su origen, luego de descubrir que su papá el Sr. Ping, un ganso cocinero, no era su padre (sorpresota la verdad).

Con el pasar de la historia, Po descubre que muy dentro posee una pequeña visión de su pasado, que, en realidad, era un recuerdo doloroso que había evitado mucho tiempo. La primicia del largometraje recae entonces, en la reconciliación con sus memorias y en la búsqueda de la “paz interior”.

Durante toda la película Po pelea con su pasado hasta el punto de volverse inoperante en el combate. Pero luego de una de las batallas y de ser salvado por una adivina en el río, descubre el telón mental que tenía sobre esa noche donde fue separado de sus padres, luego del ataque de Shen y sus lobos, motivado por una profecía donde se relataba que un panda los derrotaría.

Po enfrentó el recuerdo ¿y cómo lo hizo? Lo dejó fluir, lo observó, lo aceptó y finalmente descansó y pudo derrotar a su enemigo quien, en contraparte, nunca pudo escapar de su pasado. En la película, se ilustra muy bien ese momento de claridad cuando durante un enfrentamiento, Po le dice a Lord Shen: Tienes que olvidar el pasado porque simplemente no importa. Con esto, no quiere decir que debamos suprimir nuestras memorias dolorosas. Pero sí restarles importancia porque el único tiempo que realmente importa es el ahora.

Probablemente tienes esas piedritas del pasado que se te meten al zapato de vez en cuando. Probablemente todos las tenemos. Puede que incluso, no las hayamos metido nosotros, sino alguien más desde antes de vestirte en la mañana. Algunas son más grandes y otros son microscópicas, pero están ahí y aunque no las veas, se vislumbran en el porqué de algunas de tus acciones y hasta puede que te hayan motivado a actuar de manera errónea.

Quizás has tratado de eliminarlas a toda costa, pero simplemente no puedes. He ahí la cuestión. No debes de luchar por sacarlas, no se irán. No se irán porque son parte de ti, de tu historia y de lo que eres.

Lo que sí puedes hacer es transformarte tú. Convertirte en el espectador del recuerdo, ya no en el protagonista. Así le restas importancia y magnificas tu poder sobre él y no viceversa. Verás que con el tiempo dolerá menos e incluso tu mente lo evocará menos, como si la piedrita ya no estuviera ahí o al menos, se hubiera hecho tan pequeña que ya no notas su presencia en tu zapato.

Claro que es importante conocer nuestra historia, saber de dónde venimos. Pero no debemos permitir que eso moldee por completo la persona que somos hoy. Lo que sí es nuestro deber, es trabajar en ese dolorcito, aprender y crecer a través de él, tomando mejores decisiones. De hecho, es nuestra responsabilidad imperativa, tal como le dijo la adivina de la película a Po “puede que tu historia no tenga un principio feliz, pero eso no te convierte en quién eres, sino el resto de tu historia”.

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