Miedo de avanzar

Miedo de avanzar

Por: Mauricio Hernández Sarvide

El deseo es la bendición y la condena del ser humano. Cuando queremos algo con todas nuestras fuerzas, hacemos hasta lo imposible para lograrlo. Aun si estamos agotados, aun si las posibilidades son finitas, aun si te pusieron una orden de restricción.

Los Juegos del Destino (2012) es una película basada en la novela de Matthew Quick. Una historia donde justamente se encuentran el deseo, el amor, la comprensión y la redirección.

Pat Solitano era maestro de historia. Su esposa Nikki también lo era y enseñaban en la misma escuela. Su vida transcurría normalmente, hasta el incidente.

Un día Pat regresó a casa y encontró a Nikki en la regadera teniendo relaciones con otro profesor. Pat reaccionó muy mal y golpeó al profesor al grado de casi matarlo ¿El resultado? Lo internaron en una clínica en Baltimore, donde le diagnosticaron un trastorno bipolar y donde permaneció por 8 meses, aislado y sí, con una orden de restricción de 200 metros con su aun esposa.

Al salir, renuente con sus cuidados y centrado en reconquistar a su esposa, nuestro exprofesor vive en constante crisis. Tan es así, que le asignan un oficial de policía para que lo vigile. Casi lo regresan a Baltimore, pero su vida cambia cuando conoce a Tiffany, quien también tenía un pasado turbulento.

Hacía tres años que su marido había fallecido, lo que hizo que cayera en una profunda depresión y que desarrollara otros problemas mentales relacionados con la neurosis. Ambos se conocen en una cena organizada por su hermana.

A partir de ahí, ambos forman un lazo tan extraño como inquebrantable. Ellos, no eran como la sociedad, eran distintos, honestos con todo el mundo, directos y sobre todo pasionales hasta más no poder. Los dos son tachados de raros y señalados por sus faltas casi todo el tiempo, pero esa segregación, da como fruto una compañía además de empática, agradable y profunda.

Con el tiempo, se conocen, se insultan y se odian. Sin embargo, ambos realizan un trato. Tiffany, tenía contacto con Nikki, a quien Pat no se pude acercar. Ella ofrece ayudarlo dándole una carta escrita por él de contrabando, pero a cambio, le pide que sea su pareja en un concurso de baile. Renuentemente Pat acepta.

A partir de aquí lo que vemos es una transformación de Pat. Acude todos los días a sus ensayos, toma sus medicamentos, va a terapia, hace las paces con su familia y además ayuda a Tiffany a cumplir su deseo de participar. Todo va bien hasta que recibe una carta de respuesta por parte de Nikki donde le pide que demuestre “algo” con lo que compruebe su efectiva mejoría y así, poder retomar su matrimonio. Algo como el baile, por ejemplo.  

Pat y Tiffany comienzan a pasar mucho tiempo juntos, llegan a conocerse más profundamente y a desarrollar sentimientos el uno por el otro. Al cabo de un tiempo, Pat se da cuenta que la carta no está escrita por Nikki, sino por Tiffany. Lejos de enojarse, Pat comprende que la escribió para que él pasara más tiempo con ella y contra todo pronóstico, deja que le mienta durante una semana más, hasta el concurso, donde finalmente ambos se revelan su amor.

Curiosamente, las dos personas que estaban más “mal” son las que mejor terminaron. Encontraron en el otro una comprensión única. Descubrieron nuevas perspectivas y sin querer, en el camino se rindieron ante lo que sentían. Me parece que este tipo de amor, ese que te hace crecer y que te hace superar tus limitaciones muchas veces sin querer, es un tesoro brillante y más valioso que cualquier cosa.

Como dicen, las relaciones suman, no restan. Pat superó a su esposa y Tiffany encontró el amigo que tanto quería. Estaban estancados, hasta que se cruzaron y ambos pudieron ser el impulso que necesitaban, a pesar de sus circunstancias. Esta historia demuestra que una persona puede cambiarnos la perspectiva en muchas cosas, que puede ver nuestra oscuridad y aun así quedarse. Pero sobre todo puede impulsarte y quitarte, el miedo de avanzar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *