Por: Mauricio Hernández Sarvide
Adonis Johnson era huérfano y problemático. Su infancia la vivió en hogares temporales y en la correccional. Le encantaba pelear y aun así, Mary Anne decidió adoptar al hijo de su esposo, producto de una aventura años atrás. Ahora ese suceso no tiene importancia porque el señor Apollo Creed, el padre de Adonis, ya ha pasado a mejor vida.
“Donnie” cayó en una mina de oro. Su padre había dejado una herencia más que generosa, luego de su exitosísima carrera en el boxeo, donde se consagró como uno de los mejores de todos los tiempos. Tenía la vida asegurada creciendo en una mansión en Los Ángeles, con educación de primera. Ahora que es mayor, con un trabajo más que estable donde lo acaban de promover, renunció.

Su pasión y su herencia, yacía en el cuadrilátero portando un short holgado y guantes rojos. Pero para llegar a ser boxeador tenía que entrenar. No solo entrenar, tenía que matarse todos los días. Solo así conseguiría convertirse en campeón y estado en Philadelphia, el único que podía guiarlo al éxito, era la leyenda y el amigo de su padre, el “Semental Italiano”, Rocky Balboa.
Todos aquellos quienes hemos visto las películas de Rocky, sabemos lo inspiradoras que pueden llegar a ser. Sin embargo, en Creed (2015), “Donnie” hace lo que pocos se atreverían porque a pesar de tener todo resuelto en su vida; se mudó a un lugar desconocido, entrenó solo al principio, enfrentó sus demonios y se sometió a un proceso de conquista de sí mismo y ¿por qué? Porque descubrió la belleza del esfuerzo.
Pudo quedarse en Los Ángeles, tenía asegurados casi todos los aspectos de su vida. Pero su pasión pudo más. Existía dentro de él un hueco que solo podía llenarse si seguía los pasos de su papá. Adonis sabía que, si utilizaba su verdadero apellido, iba a tener oportunidades de sobra, pero prefirió utilizar el de su madre y ganarse las oportunidades por él mismo, con trabajo y honor.

Rocky lo entrenó al estilo de la vieja escuela y con el pasar de los días no solo fortaleció su cuerpo, sino su mente y aunque no se convirtió en campeón a la primera, se ganó el respeto de todo el mundo.
Escalar una montaña requiere coraje, tiempo y dedicación. No sabes si en el camino tendrás mal clima, si te toparás con un sendero empedrado, de esos duros de caminar. No sabes si tus provisiones te alcanzarán para llegar a la cima, no sabes si en el camino te lastimarás, no sabes si tan siquiera lograrás llegar. Hasta que lo logras.
Después de horas de sufrimiento, de caminar y no rendirte por más que la naturaleza jugó en tu contra, lo consigues. Llegas a la cima y descubres un frondoso paisaje, vasto, lleno de árboles y animales, con un sol cálido, pero no quemante, con nubes de arrebol adornando el resto del bosque. Un escenario casi pintado por el mejor artista que hace que todo el recorrido y las dificultades hayan valido la pena. Solo queda disfrutarlo, porque con todo y todo no desististe, porque te lo ganaste. Creed nos enseña a conseguir nuestros objetivos de la manera más honorable, posible, con dedicación, esfuerzo y trabajo duro. “Donnie” no quería solo llegar a la cima. Escogió escalar el muro y conquistarla, porque sabía que la única manera en que la recompensa le iba a saber bien, era sudando hasta la última gota y peleando hasta el último round.
