Por: Mauricio Hernández Sarvide
Todos tenemos una rutina diferente. Estás soñando tranquilamente y de repente ¡PUM! suena tu alarma marcando el inicio de un nuevo día. Si eres como yo y amas dormir, la apagas con rencor. Te resignas a que debes levantarte de tu cama, que para rematar se siente como nube. Por fin te levantas, te vistes, te perfumas, te peinas y sales de tu habitación. Desayunas algo y sales de tu casa rumbo a tu escuela o a tu trabajo, aún medio quejándote por la levantada temprano, pero con la tranquilidad de que tu día puede ser igual al anterior.
Para otros no es así. Tú te levantas de tu cama, en tu casa, bajo tu techo, te bañas con agua caliente y comes tu comida. Algunas personas no tienen la suerte de tener ese paraíso. Hay quienes no poseen nada de eso. Ni siquiera algo para decir “mi”. Es decir, no tienen pertenencias, si acaso pertenecen al mundo, a sus hechos y mal hechos. Probablemente muchos son víctimas de las circunstancias del sistema, de las guerras, el gobierno o de sus propias decisiones y así viven, luchando, anhelando y esperando que un día su realidad cambie y que puedan despertar igual que tú y que yo, gozando, no sufriendo.
Esta premisa, conjetura o como le quieras llamar no es mía, es la vida misma, son los hechos y alguien por supuesto decidió utilizarla para crear con base en eso, por muy impactante que sea, más bien por eso mismo.
Phil Collins es un multiinstrumentalista, compositor, actor y cantante estadunidense. Formó parte del exitoso grupo de rock Génesis y posteriormente tuvo una prolífica carrera como solista. Dejándonos innumerables hits e incluso bandas sonoras memorables como en Tarzan y Tierra de Osos. No por nada ha vendido nada y nada menos que 100 millones de álbumes alrededor del mundo.

Sus composiciones están plagadas de ritmo y profundidad. Características plasmadas en su canción Another day in paradise (1989). A pesar de que el ritmo irradia alegría a mi percepción, esta es una de esas canciones que cuando pones atención a la letra, cobra un sentido totalmente distinto.
Este hit, de sus más conocidos, por cierto, habla acerca de la fortuna que tenemos nosotros de tener todas las comodidades, de justamente, tener otro día en el paraíso. Se centra en una mujer que pide ayuda en la calle, pero a la que todos ignoran y muestran su indiferencia a pesar de sus evidentes carencias.
La letra profundiza no solamente en aquella desgracia sino también aborda el tema de la empatía y el cómo a veces ignoramos estas circunstancias. Hace una crítica de que deberíamos despertar y no ser así. Nos invita a ponernos en los zapatos del otro y cuestionar si no hay nada que podamos hacer.

Esa es la clave, el tesoro que no sabemos que está ahí. Nuestra comodidad, que si bien no es plena ni permanente muchas veces es superior a la del prójimo. Solo es cuestión de perspectiva. Hoy puedes comer, dormir, vestirte, reír, llorar, salir, caminar y seguramente si estás leyendo esto tienes la fortuna de tener internet, quizás un celular y una familia, por ejemplo. Sin embargo, no todos tienen la misma suerte.
No todos gozan de esa pesadez de levantarse en la mañana para ir a estudiar o trabajar. Algunos se levantan con la pesadez de no saber si tan siquiera sobrevivirán un día más, si podrán comer o si hoy a sus familias les sonreirá el destino. Se levantan con la pesadez de luchar por otro día más.
Valorar lo que tenemos es fundamental en tiempos donde el azar, la naturaleza, el sistema y un sinfín de factores externos a nosotros, pueden arrebatarnos todo en un segundo. La invitación en esta ocasión, es a concientizarnos. Es a la gratitud y a cambiar la perspectiva. Pero sobre todo a gozar de lo que tenemos, de que la pesadez que enfrentamos es por ir a hacer o deshacer, no por sobrevivir. La invitación es a simplemente disfrutar de otro día en el paraíso.

