El camino de vuelta

El camino de vuelta

Por: Mauricio Hernández Sarvide

El público está vuelto loco. Tu nombre aparece en letras gigantes en las pantallas, el piano, la banda y los bailarines están listos. Estás preparado para salir, tu vestuario está despampanante, como de costumbre. Se siente la pasión, se vislumbra una noche muy especial, de esas para recordar. Eres afortunado, estás en tu escenario favorito del planeta. Antes nadie te oía y ahora, todos pagan por escucharte, pero algo no está bien…

No es algo de hoy, de este día o de esta presentación. Sabes que, a pesar de tener a más de 20, 000 personas esperando por ti, hoy, simplemente no puedes. Te miras al espejo y notas que no tienes más esa chispa, se te perdió en algún lugar del pasado. Ya no estás seguro de nada, tu vida es un caos en todos sentidos, pero lo que sí sabes, es que no puedes estar así para siempre. Esto se detiene hoy, tienes que irte de ahí, tienes que encontrar de nuevo esa llama que te hizo brillar, tienes que volver a ser tú.

Ojalá ese relato hubiera sido real, pero así quiso Elton que se retratara el momento donde tocó fondo y decidió internarse en una clínica de rehabilitación, luego de su pasado tormentoso con las drogas y el alcohol.

Rocketman (2019) es un musical que narra la vida de Reginald Dwight, ahora mejor conocido como una de las estrellas más grandes de la música en toda la historia: Sir Elton John.

El compositor siempre fue disruptivo, intenso, controversial, pero siempre talentoso; poseía una gran voz y era un pianista fenomenal. Sin embargo, por años le dijeron que no encajaba, que era demasiado extraño, que por ser homosexual nunca iba a ser amado como se debía. Frases que en su momento decidió ignorar, pero no enfrentar y que años después, le pasarían factura, siendo el pilar de todos sus excesos.

Su relación con su familia nunca fue la mejor, su padre jamás le demostró una pizca de afecto ni a él ni a su madre, incluso los abandonó. Su madre por su parte, lo quería, pero no lo aceptó jamás del todo. Solo su abuela y su mejor amigo hasta la fecha y letrista, Bernie Taupin, han sido su apoyo y los incondicionales creyentes de su enorme talento.

Fue manipulado por su mánager con quien también tuvo un amorío, también fue rechazado por su padre por segunda vez; se casó con una mujer, la arrastró a sus problemas, se divorció de ella, daba shows drogado, comía en exceso, tomaba todos los días y seguía consumiendo drogas por montones, todo con tal de evadir su realidad y perderse.

Seguía vendiendo, tenía la vida asegurada, no obstante, ya no componía de la misma manera y menos sin su mejor amigo. Ya no era él. Se perdió en alguna parte de su viaje. Solo se dejó llevar y dejó de esforzarse. Con el pasar del tiempo se quedó solo e inerte. Era profundamente infeliz.

Pero tal como lo hacen los grandes, después de dejarse caer, regresó. Se internó en la clínica y luego de un arduo esfuerzo, se reconcilió consigo mismo, alejó a quienes lo habían afectado, regresó con sus incondicionales, se aceptó a sí mismo, se perdonó y finalmente, reconectó.

Ahora está casado, tienes dos hijos y puede presumir que lleva 35 años sobrio, en sus palabras, su vida “nunca había sido mejor”. Elton nos enseñó su travesía y nos recuerda que por más dura que sea la caída y por más profundo que sea el fondo, siempre hay una salida. Pero, para ello, hay que decidirse a encontrarla y luchar, luchar por regresar y por encontrar el camino a casa.

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