Por: Mauricio Hernández Sarvide
¿Alguna vez has probado la canela sola? No me refiero a las ramitas como tal, sino al polvo solo. Para quienes lo hemos hecho, sabemos que el sabor es fuerte, posee notas pronunciadas, algunos dicen que hasta pica o que produce calor incluso.

Sin embargo, en este caso apelaremos a otra característica, la durabilidad de dicha sensación. Así como lo hizo Lana del Rey en su canción “Cinnamon girl” que, a su vez, forma parte de su álbum Norman Fucking Rockwell (2019) (su mejor obra en mi opinión).
Elizabeth Grant, es una cantautora y poeta estadunidense. Desde su debut en el lejano 2009, ha destacado por su originalidad mezclando distintos ritmos a lo largo de su trayectoria, como alternative, indie, pop, folk, country, entre otros. Sus letras están llenas de melancolía, amor y sensualidad explícita. Primicias que acompañadas de su delicada pero potente voz, hacen que su estilo sea inconfundible.
Cinnamon girl, es una composición única. Lana toma la primicia anterior de la durabilidad de la canela y de ahí desarrolla un poema hecho canción.

En este sencillo, se explora de cerca una relación y un pasado tormentoso, pero sobre todo las marcas que deja un vínculo amoroso que no te hace bien, que incluso te aleja, pero que tú sigues ahí a pesar de reconocer el daño. Habla acerca de la aceptación de lo incompleto, pero al mismo tiempo explora la desesperación que se siente al reconocer el daño, aferrarse aún así y añorar algo mejor; algo más sano y que no sea destructivo.
Todo eso explicado con versos sencillos, pero profundos, fieles a su estilo y en únicamente 5:00 minutos exactos. Una duración extendida para los tiempos de ahora, musicalmente hablando.
Amar es una de las razones populares por las que estamos vivos. Relacionarse con otros, es una necesidad imperante e inherente del ser humano. Pero ¿qué pasa cuando ese vínculo nos sobrepasa?
No me refiero al amor, sino al contrario, a la falta del mismo. Si no se sale de esas relaciones a tiempo, donde la reciprocidad no es una habitual en el día a día, el vínculo se vuelve más que fructífero, dañino y desgastante.
Se entra en un bucle donde se vive añorando, deseando, esperando a que el otro cambie, sin que esa sea nuestra responsabilidad, sino justamente, corresponde a la otra persona. A veces es tanta esa desesperación y es tan fuerte el apego que se llega al límite. Llega un punto donde no expresas lo que sientes porque sabes que nada cambiará.
Precisamente para ilustrar mejor este último punto, citaré una de mis líneas favoritas de la canción que dice: There’s things i wanna say to you, but i´ll just let you live, like if you hold me without hurting me, you´ll be the first who ever did. La traducción completa quedaría así: Hay cosas que quiero decirte, pero te dejaré vivir, como si me abrazaras sin hacerme daño, serás el primero en hacerlo. Un símbolo de la conformidad y de una profunda melancolía aceptando la situación.
Cuando vas a un restaurante y pides un platillo, no pides la mitad, lo pides completo, porque estás dispuesto a pagar el costo total, a entregar lo que corresponde a cambio de comer bien. Si algo no está bien, si viene frío, si viene incompleto o presenta cualquier detalle, exiges. Entonces ¿por qué con nuestros vínculos aceptamos mitades o pedazos cuando nosotros estamos haciendo la chamba completa?
Lana retrata ese sentir, pero como la gran artista que es, nos enseña también a que debemos exigir, no solo porque es lo que corresponde o por esperar algo a cambio, sino porque cuando se trata del corazón, hay que ser cuidadosos, o nos quedarán marcas peores que probar canela sola.